Silenciosa son tus pasos, fríos son tus brazos del pensamiento, sin género ni forma.
Homogéneo te constelas, en esas aéreas de helado terciopelo, llegas a mí con sorpresa, aunque el sentimiento siempre te abrirá las puertas, “es dichosa la vida me ha tocado” en la ceguera del dolido que no quiere dejarte ir.
Pretendo se ha enamorado, de tu seducción sutil a mi piel, pues quieres destruirla, acompañada siempre te encuentras, dolorosa son tus manos que encierran mi garganta, en un nudo de la paráfrasis, se desborde en las gotas el alma, el grito que lastima irradiando mis lamentos, de la imperfección que mantiene una noche sin estrellas.
Titubeo en esta sinceridad que callas, me lleno de ganas de decir “vete de mí existir” sin embargo está presente, mostrándome el elixir de la humanidad.
Tan frágil es el hecho de ocasión, que desconozco y no bastará una representación, supuesto te muestras inentendible, aunque el cautelo es tu habilidad, ¿podría decirlo?...
Es una veracidad que encantas con solo tocarte en la dualidad, donde solo los amantes tendrán el arte, para saber que estás con ellos, para soportar la soledad.
Aunque es fugaz el resentimiento, nos da en la negligencia de aquel objeto, que inhibe la realidad y tan amargo es el trago, que no quiero superarlo.